15/10/2025 |
Primero fue con una pala y unos mangos de su bolsillo. “Algún fósil debe haber”, pensó. Había. Al año siguiente volvió. Fue con un subsidio de 1.000 dólares, más unos pesos que le prestó un colega. “Debe haber más fósiles”, se dijo. Había. Lo mismo hizo en los años que siguieron y en la última década lleva encontrados 70 animales prehistóricos.
Ahora la revista Nature le publicó un paper por su mayor hallazgo: los restos fósiles de uno de los dinosaurios más antiguos del mundo, que pertenece a una especie totalmente nueva para la ciencia: Huayracursor Jaguensis. El esqueleto tiene 230 millones de años y apareció en La Rioja, gracias al trabajo de un equipo del Conicet liderado por el biólogo-paleontólogo Martín Hechenleitner.
Toda la escena transcurre en una quebrada cuyana, la de Santo Domingo, en lo que técnicamente es la precordillera andina. Uno de esos lugares mágicos o de postal, para los que la crónica viajera de turno buscaría calificativos originales. “Iridiscente”, quizás. Y, sin embargo, la cosa se siente diferente ahí. “Es una zona complicada”, definió Hechenleitner.
“Geológicamente es precordillera, pero en términos prácticos es Cordillera. El lugar está a 3.000 metros de altura. El clima es adverso: mucho viento, mucho frío de noche y mucho calor de día, en especial en verano. Y la Puna, encima, hace que trabajar ahí arriba canse muchísimo. Pasamos todos el día caminando o cavando y con poco oxígeno. Es muy cansador y realmente no es lo más recomendable”, describió el investigador.
Mirando ese terreno enorme, de geografía y clima impíos, hay que imaginar a un joven biólogo que no tenía 39 como ahora sino diez años menos, y que decide -intuitivamente, porque “debe haber fósiles”- ponerse rascar el terreno, casi con lo que tiene puesto.
Hechenleitner nació en Bragado pero había ido a cursar la carrera a la Universidad Nacional de la Plata. “No sabía que iba a terminar en la orientación de Paleontología. No era el tipo de chico con 500 muñecos de dinosaurios en su pieza. Pero me gusta buscar cosas nuevas y estar en el campo. Quería hacer trabajo de campo”, recordó. Y así terminó aplicando para hacer el doctorado en el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de la Rioja, en Anillaco, donde transcurre esta historia.
En busca del dinosaurio más antiguo del mundo
Los reportes sobre la quebrada de Santo Domingo no eran alentadores. Mucho no le importó: “Aunque había indicios desde los 90 de que ahí había restos fósiles, algunos habían ido y no habían encontrado nada. Sin embargo, en 2015 fuimos con unos colegas y algo de plata mía, sin financiamiento. Hicimos una búsqueda y encontramos algunos restos fósiles. En 2016 volvimos, con un subsidio de 1.000 dólares y algo de plata prestada y aparecieron cosas lindas, igual que en los años siguientes. Pero el gran hallazgo de este dinosaurio se produjo en 2018”.
Lo del dinero “es un tema crítico”, subrayó. “Según cuánta plata tengas, es el tiempo que tenés para buscar y cuánta gente podés llevar, por ejemplo. Más todavía cuando se trata de un terreno tan grande y difícil como este”, apuntó.
Antes de encontrar el Huayracursor Jaguensis que motivó la publicación en Nature este miércoles, ese mismo año (en 2018), los investigadores encontraron una especie distinta de dinosaurio, llamada Punatitán. “En comparación al Huayracursor que encontramos poco después, tienen edades muy diferentes, y de hecho el Punatitán, un animal muy grande, vivió a la etapa en la que nosotros estábamos concentrados buscando: el último período de la era Mesozoica”. El llamado período Cretácico, hace 70 millones de años.
Fósiles prehistóricos en una ladera empinada
“Estábamos concentrados en eso y nos quedaba una semana de trabajo de campo. Como habíamos tenido mucha suerte en los primeros días en unas rocas en particular, dijimos ’vamos a explorar un poco más ahí, a ver qué hay’. Era una una zona donde habíamos encontrado unos huesitos fragmentarios”. El resultado fue el hallazgo del Huayracursor Jaguensis.
Como parte de los altibajos en la dinámica de grupo, en realidad Hechenleitneru se desalentó y terminó moviéndose de lugar. Pero uno de su equipo insistió: "Era una ladera muy empinada y el que decidió seguir buscando ahí fue mi colega Agustín Martinelli. Él encontró los primeros huesos de este dinosaurio".
El nombre de la nueva especie tiene su pata latina y local. "No decimos Jaguensis sino Jagüensis, pero en latín no existe la diéresis", contó. El término alude a la localidad “Jagüé”, cercana a la zona del hallazgo, que a su vez significa “pozo grande” o “zanja ancha”. En cuanto a Huayracursor, “huayra” significa “viento”, en quechua, y “cursor”, en latín, “corredor”.
A diferencia del Punatitán, un imponente individuo herbívoro de 10 a 15 metros de longitud, el esqueleto que encontraron en ese momento “estaba casi completo y pertenecía a un dinosaurio mucho más chico, del que enseguida fue claro que pertenecía a un período muy anterior. Se correspondía con el llamado período Triásico”, en la primera parte (y no en la última, como buscaban ellos) de la era Mesozoica.
Habían encontrado otros animales, pero esto era distinto: “Las rocas del Triásico y, en especial, las del Triásico tardío contienen los fósiles de dinosaurios más antiguos que se conocen. Ahí me agarró un ataque y dije ’esto es una pequeña bomba científica’. Y, de hecho, varios de los restantes animales que fuimos encontrando resultaron ser contemporáneos del Huayracursor, como si fueran actores en una misma foto o ecosistema”.
Clarín le pidió ejemplos de lo que encontraron. El investigador mencionó dos. Un fósil de un rincosaurio, “suerte de lagarto de dos metros o dos metros y medio de largo”, y otro de un cinodonte: “Hay de varios tipos, pero uno que encontramos tiene el tamaño de un perro o un chancho, aunque existen otros más chicos, como si fueran comadrejas. Son las formas precursoras de lo que más tarde terminaron siendo los mamíferos”.
Un volantazo en el manual de los dinosaurios
Clarín
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