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Ellas y Ellos

Qué dice la psicología de las personas que les cuesta decir "NO"

10/05/2025 | 

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Aceptar tareas que no queremos hacer, acceder a salidas que no nos entusiasman o posponer nuestras propias necesidades para complacer a otros. Muchas personas viven atrapadas en ese ciclo: les cuesta decir que no. Aunque puede parecer un simple gesto de amabilidad, en realidad es un patrón que desgasta, incómoda y, en algunos casos, enferma.


Esta dificultad no distingue edad, género ni clase social. Aparece en relaciones laborales, vínculos familiares, amistades e incluso en espacios íntimos. Lo más llamativo es que, en muchos casos, quienes no pueden negarse lo saben, lo sufren… pero siguen cediendo. Dicen “sí” aunque su cuerpo y su mente griten lo contrario.


¿Qué hay detrás de esa incapacidad para negarse? ¿Qué tan costoso puede ser vivir complaciendo a los demás, aún a costa de uno mismo? La respuesta, como siempre, va más allá de lo visible.


Qué dice la ciencia sobre los que no saben decir “no”

La psicología ha estudiado extensamente este comportamiento y lo asocia con múltiples factores. Uno de los principales es el miedo al rechazo. Muchas personas creen, consciente o inconscientemente, que si se niegan a algo, serán menos queridas o aceptadas. Por eso, para evitar conflictos o perder vínculos, eligen complacer.



Según un estudio publicado en Journal of Personality and Social Psychology, las personas con alta necesidad de aprobación tienden a aceptar pedidos incluso cuando eso interfiere con sus propios planes o valores. En esos casos, decir “sí” no nace de la empatía, sino de la inseguridad.

Otro concepto clave es el de asertividad, que es la capacidad de expresar pensamientos y emociones de forma clara y firme, sin agredir ni someterse. Aquellos a quienes les cuesta decir “no” suelen tener dificultades para ejercer esta habilidad. Prefieren evitar tensiones antes que defender su bienestar.


La psicóloga Susan Newman, autora del libro The Book of No, asegura que este patrón también está vinculado con la culpa aprendida. Desde chicos, muchos son educados para complacer, obedecer y priorizar a otros, lo que en la adultez se traduce en una pérdida de límites personales.


El peso invisible de vivir para agradar

El costo emocional de no saber decir “no” es alto. Quienes lo padecen suelen vivir con ansiedad constante, sienten que los demás los “usan” o que sus límites no valen. También pueden experimentar burnout emocional, sobre todo en entornos laborales o familiares exigentes.


Además, ese “sí” permanente muchas veces termina generando lo contrario de lo que se busca: resentimiento, enojo y desconexión emocional. Lo que comenzó como una forma de agradar puede destruir relaciones.

Aprender a decir “no” no es egoísta: es una forma de autocuidado. Se trata de entender que negarse no significa rechazar al otro, sino priorizarse. Es posible aprender a hacerlo con empatía y firmeza, sin culpa ni miedo.


Aceptar que no podemos estar en todo ni para todos es un paso esencial hacia una vida más saludable. Y si bien el camino puede ser desafiante, es también profundamente liberador. Porque a veces, el “no” más importante es el que nos decimos a nosotros mismos cuando nos abandonamos por complacer.



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