"El silencio es el grito más fuerte de los que están asustados o enojados", así es como Alicia Mabel Reynoso arrancó relatando el calvario que vive desde que se dio cuenta de que la querían borrar de la historia. Hace 42 años inició la Guerra de Malvinas, momento que marcó a los argentinos y, sobre todo, a sus veteranos. Ella participó, lo vivió en carne propia como enfermera, estuvo ahí, pero es al día de hoy que debe seguir luchando por su pleno reconocimiento y el de sus compañeras.
Nacida en Entre Ríos y recibida de la Escuela Superior de Enfermería en Santa Fe, su destino la encontró cuando viajó a Buenos Aires a probar suerte. Un día vio en la televisión esa famosa propaganda dedicada a las mujeres a formar filas en el establecimiento militar de la Fuerza Aérea. El Gobierno por primera vez convocaba a mujeres y Reynoso no dudó en anotarse.
Ingreso a la Fuerza Aérea Argentina
“Rendí todos esos exámenes en diciembre de 1979 y en enero de 1980 me llamaron porque había quedado dentro de las 21 primeras que iban a ser personal militar; es decir, las enfermeras fuimos las primeras mujeres en tener el grado militar en el país”, recordó en diálogo con MDZ. Quizás sin darse cuenta, su nombre comenzó a formar parte de la historia, aunque varios quisieron sacarlo.
La veterana, que con la inocencia de ese momento jamás imaginó que viviría algo igual, comentó que era inimaginable que esto sucediera y recordó un hecho puntual: “Durante el primer desfile militar que tuvimos el 9 de julio de 1980 sobre Avenida Libertador, nos gritaron ‘vayan a lavar los platos’. Hasta las mujeres mismas lo decían”. De todos modos, aquello que más las marcó y dolió fue el olvido posterior, a tal punto que esta escena se repitió con mayor violencia: en un evento del 9 de julio del 2019 las quisieron echar con la fuerza pública.
Gran parte de la sociedad comenzó a rechazarlas desde el comienzo mientras ellas se preparaban para darle un servicio a la patria, sin imaginar que continuarían siendo víctimas de la negación. Esto, no obstante, no impidió que con tan solo 23 años pasara a formar parte del Grupo 14 de la Fuerza Aérea Argentina, siendo jefa de enfermería del Hospital aeronáutico central en Pompeya.
"Quienes nos niegan dicen que en realidad yo 'no me mojé los borcegos con la turba malvinera'. Es verdad, nosotras no pisamos las islas, o hasta donde sabemos. Volábamos en los aviones a oscuras, sin saber en dónde parábamos; nos abrían las compuertas de atrás y nos tiraban las camillas. Yo no me los mojé con la turba malvinera, me los mojé con la sangre de mis compañeros y camaradas, y eso no me hace ni más ni menos veterana", marcó con dureza.
Veteranas de Malvinas: la memoria del olvido
Desde hace años vive estas situaciones y tiene que dar explicaciones (que, además, no siempre son escuchadas); pero más allá del cansancio y la costumbre, su voz también es acompañada aún por la frustración y la angustia: “El negacionismo de nuestros compañeros y de nuestro superior nos marcó. Esos mismos que nos mandaron, fueron esos mismos que nos negaron”.
Animarse a hablar requirió años y terapia, que se costeó por sí misma. Cuando sus hijas se fueron a estudiar, comenzó a notar y a hablar sobre esta problemática: las veteranas no formaban parte del relato, el relato de una guerra dado sólo por hombres. “Yo era la complicada, la que confrontaba y, por lo tanto, había que olvidarme y negarme, porque hoy te niegan, mañana te matan”, aseguró.
Su lucha comenzó en los recintos del Congreso de la Nación, cuando recién en junio de 1990 las reconocieron a todas como veteranas de guerra. No obstante, no recibieron los beneficios plenos de su participación en el conflicto e inició un juicio contra el Estado. "A igual lugar, a igual situación de trabajo y a igual tiempo, todo hombre que estuvo con nosotras fue reconocido inmediatamente por el Gobierno y las mujeres no”, indicó. La guerra no había terminado para ellas.
Fue el 7 de mayo del 2021 que ganó el juicio y abrió una puerta que parecía imposible de abrir. Fue, en rigor, la primera enfermera en ganarlo y recibir el DNI con la leyenda: “Ex combatiente, heroína de la guerra de las Islas Malvinas”, a pesar de que no le gusta que la llamen "heroína" y prefiere el término "veterana". Luego, le pasó el contacto de su abogado a otras colegas, de las cuales hasta el momento sólo dos más lograron los mismos resultados.
En sus palabras, aquella fecha fue un momento clave porque venció a la Justicia argentina en la batalla por su reconocimiento. Sin embargo, nada de eso no quita que estuvo varios meses para que le entregaran el documento -a regañadientes- con la leyenda grabada en femenino.
Para pasar a los actos por cada nuevo aniversario de la Guerra de Malvinas, le cobraban igual y sentía la mirada de desprecio de sus pares. La han golpeado, amenazado y le han llegado a rayar su camioneta. Incluso -según denuncia-, excombatientes llegaron a pedir que no dé más charlas en las escuelas de su provincia. Se trataba de otro caso más de violencia machista que quedaba olvidado en los cajones de alguna comisaría.
Los logros tras la Guerra de Malvinas
Pero los logros comenzaron a llegar. Su libro "Crónicas de un olvido" relata esta participación en el conflicto del Atlántico Sur, como testimonio de algo que siempre se ocultó desde los comienzos de la posguerra. Este trabajo, luego, inspiró a la obra teatral Un mar de luto, la primera que estuvo basada en la experiencia de las mujeres que fueron a Malvinas, por José Ignacio Serralunga.
Sin embargo, esto no quedó ahí, pues con el tiempo algunas escuelas comenzaron a llamarse "Heroínas de Malvinas", algo impensado hasta hace un tiempo (no muy largo) atrás. De la mano con dicho logro, las buenas noticias continuaron llegando: la actual vicegobernadora de Entre Ríos la llamó para declararla ciudadana ilustre.
Este conflicto por su visibilización está surge de un grupo dentro de Argentina, cada vez más reducido y que serían particularmente las Fuerzas Aéreas, en donde ella estuvo. Porque, en realidad, el reconocimiento lo reciben incluso cruzando esas fronteras La tesis que una alumna realizó para una maestría de Historia en Brasil se enfocó en el caso de las mujeres militares latinoamericanas del siglo XX, y habló de las enfermeras de Malvinas. Fue gracias a esto que desde la Academia Latinoamericana de Mujeres, con sede en Perú, las nombraron miembros.
"Malvinas nos une a todos, a los de derecha e izquierda, pero es una causa que está muy politizada y seguimos discutiendo distintas cuestiones del pasado. Seguimos abriendo esa grieta. Creo que hay que reconstruirnos como país y representar esa lucha bajo dos colores únicamente: celeste y blanco", cerró.