Una vecina de Villa Crespo la adoptó en un refugio en 2011 y, desde entonces, Lila se robó el corazón de todos los inquilinos, quienes se turnan para alimentarla, pasearla y cuidarla.
La perrita de 12 años duerme en cualquiera de sus camas ubicadas en distintos pisos, y también se refugia en los departamentos en las noches de tormenta.
Sus convivientes la definen como “una dulce con un comportamiento excelente”.