En la casa de los Herold, Travis era mucho más que un chimpancé de 91 kilos. Para Sandra y Jerome, era un miembro más de la familia que merecía todos los caprichos del mundo: desde usar el baño como un humano, navegar por internet, mirar la televisión y hasta comer chocolate. El cariño por él era infinito, así lo demostraban las decenas de fotografías y los dibujos de él que su “mamá” tenía por toda la casa, como quien presume a su hijo con orgullo.
Pero un 16 de febrero de 2009 todo cambió y ya nada sería igual. Esa tarde, el mono atacó brutalmente a la mejor amiga de su dueña y la despedazó al punto de arrancarle las manos y la cara. Hoy, a 15 años de la tragedia, la historia de Charla Nash se convirtió en uno de los casos más impactantes de supervivencia.
Una nueva familia, la fama y un episodio premonitorio
La llegada del chimpancé a su hogar en Connecticut, Estados Unidos, se produjo después de que Sandra y Jerome lo compraran desde pequeño en un criadero por un valor de 50.000 dólares. A partir de ahí, el chimpancé recibió el nombre del cantante favorito de su “madre”, Travis Titt.
Tras su ingreso a la familia, fue criado como un ser humano y lo trataban como a un hijo. “Era capaz de abrir puertas por sí mismo. Podía manejar, se fue con el coche un par de veces”, detalló Sandra en una entrevista para la NBC en el 2009.
La mujer y su marido tenían una empresa de remolques y Travis los acompañaba a todas partes, siempre se mostró protector y fiel ante cualquier necesidad que requirieran sus “padres”. Así fue cómo se hizo famoso en su ciudad, ya que todos los vecinos les pedían fotos como recuerdo.
En esos tiempos, su popularidad creció al nivel de que convocaron al animal para tener una aparición estelar en publicidades para marcas reconocidas y varios programas de televisión. Su simpatía llamaba la atención de miles de personas y el orgullo de su “mamá” crecía sin parar.
Travis demostraba tal lealtad a Sandra que, cuando su esposo y su hija murieron de manera repentina, ambos se acompañaron en una soledad imprevista.
Pese a ello, hubo un episodio que resultaría premonitorio a la tragedia que lo sentenció: durante un viaje en auto, una persona lanzó un objeto en dirección al vehículo y golpeó al chimpancé. Por esta razón, se enojó, desabrochó su cinturón y abrió la puerta, pero a pesar de que persiguió a su atacante por la calle, no lo pudo alcanzar.
Los 12 minutos del terror: cómo fue el brutal ataque de Travis a Charla Nash
En febrero del 2009, Charla Nash tenía 55 años, era empleada de la empresa de los Herold y amiga íntima de Sandra. En la tarde del día 16 de dicho mes, la escuchó exaltada a través de una llamada telefónica: Travis, su “hijo”, había salido al patio después de robarle las llaves del auto.
Nash se ofreció a ayudarla a intentar que el animal vuelva a entrar a la casa, ya que él la conocía bastante por las frecuentes visitas. Sin embargo, antes de que llegue a la vivienda, “Sandy” logró agarrar a Travis y le dio de tomar un té que contenía pastillas de Xanax, un medicamento ansiolítico.
Lejos de encontrarse con una situación controlable, Charla descubrió que el primate estaba en la entrada de la casa. Rápidamente, se abalanzó sobre ella y la atacó brutalmente: en un lapso de 12 minutos, le arrancó las manos y le desfiguró la cara. Le mordió la nariz, los ojos, los labios y los párpados.
En medio de la desesperación, Sandra golpeó a Travis con una pala intentando detenerlo. Como eso no fue suficiente, agarró un cuchillo y lo apuñaló tres veces, pero tampoco logró aplacar su furia. Más tarde, en una entrevista, revelaría los detalles de ese aterrador momento: “Me miró como diciendo: ‘Mamá, ¿qué hiciste?’”.
Al no quedarle otra alternativa, la mujer llamó al 911 y pronunció un desesperante pedido, cuya grabación sería una de las pruebas claves para la posterior reconstrucción de los hechos. “¡Un chimpancé está matando a mi amiga! La está despedazando. ¡Apúrense”, dijo Sandy a través del teléfono.
En cuanto el operador le consultó los detalles, ella describió una escena escalofriante: “Está muerta”, afirmó. “¿Por qué dice que está muerta?”, le preguntaron. A lo que ella respondió: “Porque la despedazó. Le arrancó todo. Por favor, apúrense. ¡Dios mío! Tienen que traer armas”.
Después de que el chimpancé soltara a la víctima, se acercó al patrullero de la Policía que recién había llegado al lugar y atacó a uno de los agentes.
“Mostró los dientes, hizo un gruñido y vi sangre. Ahí vi sus colmillos y empecé a disparar”, recordó el oficial Frank Chiafari en diálogo con The New York Times. En ese momento, apuntó hacia el animal y le dio cuatro balazos.
Travis recibió los tiros en la cabeza y en el pecho, y luego corrió hasta entrar a su casa, donde cayó muerto.
En las investigaciones posteriores al ataque, se establecieron posibles causas que habrían desencadenado la ira de Travis: por un lado, los exámenes toxicológicos revelaron que contenía alprazolam en su cuerpo, los restos del té que su “mamá” le había hecho; y por otra parte, se habló de que ese día Charla Nash llevaba un peinado nuevo y quizás el animal la confundió con otra persona. Sin embargo, pese a las especulaciones, nunca se pudo confirmar la causa concreta.
Múltiples cirugías y una demanda millonaria: cómo sigue la vida de Charla Nash tras la tragedia
Ante las heridas de Nash, los médicos describieron su estado como “algo inigualable y monstruoso”. En ese momento, la operaron de urgencia durante siete horas y su recuperación llevó meses, aunque ya había quedado totalmente desfigurada.
Dos años más tarde, la víctima recibió un trasplante de cara y manos financiado por el Ejército de Estados Unidos y, si bien al principio parecía resultar bien, no fue como lo esperaba. Un tiempo después, tuvieron que extirparle las manos ya que había desarrollado una serie de infecciones.
En medio de su recuperación, Charla demandó a Sandy y recibió US$ 4 millones de la herencia familiar. Sin embargo, su amiga murió en el 2010, un año después del ataque, a la edad de 72 años a causa de un aneurisma aórtico.
A pesar de su positividad, Nash reconoció que su vida nunca volvió a ser igual: “Perdí mucha independencia. Podía cambiar la rueda de mi camión y ahora no puedo ni alimentarme. Es muy difícil vivir. Ni siquiera vivir, medio vivir. A veces querés llorar, querés salir, querés algún tipo de hogar. No sé cuál es mi futuro, es eso lo que me da miedo”, expresó al Boston Herald en 2014.
En el 2016, tuvo que ser internada de urgencia debido a un nuevo rechazo en la cara trasplantada aunque, afortunadamente, logró sobrevivir. Hoy en día, vive en un centro especializado donde la cuidan con todos los requerimientos necesarios.
Según el medio The Mirror, Charla Nash pasa sus días escuchando audiolibros y haciendo ejercicios faciales con la esperanza puesta en tres sueños que parecen inalcanzables: ir a casa, vivir sola y volver a sonreír.